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lunes, 12 de octubre de 2009

El uso político de lo social

México ha retrocedido 15 lugares en la escala mundial en dos décadas, pues en la medición de 1990 aparecía en el sitio 38 y, en la de 2009, en el 53.
En medio de la profunda crisis que padecemos, el gobierno federal decidió festejar el hecho de que, según su interpretación, México avanzó un lugar en el Informe sobre el Desarrollo Humano 2009.
Como en casi todos los temas, la Presidencia llegó una vez más tarde con su declaración, lo cual, sumado a la manipulación de los datos y las conclusiones que de ella extrae, convierten en un despropósito su intento de hacer ver que el país iba bien, pero lamentablemente la crisis se nos atravesó.
La percepción oficial es equivocada, por lo que el Presidente debería llamar a cuentas a quien le convenció de que lo hecho fue lo adecuado, porque lo hizo mentir y lo llevó a la utilización, incluso de la ONU, para fortalecer una estrategia mediática que busca a toda costa negar lo que, todos los días y por todos lados, millones de mexicanas y mexicanos padecen: hambre, desigualdad, exclusión, enfermedad y muertes evitables.
Los asesores del mandatario sabían perfectamente que los datos con que se construyó el Informe sobre el Desarrollo Humano 2009 corresponden a 2007, cuando aún la crisis económica no había estallado, y en evidencia, el país, aun cuando raquíticamente, tenía una cierta dinámica de crecimiento económico.
Saben perfectamente también que los índices del desarrollo humano, por los cambios en la metodología, los indicadores y la incorporación de más países a la lista de medición, hacen que sea incomparable año con año y, en consecuencia, se vuelve imposible metodológicamente establecer patrones de progreso entre cada uno de los índices.
De hecho, según el Informe sobre el Desarrollo Humano 2008, “es posible que no se puedan comparar las estadísticas presentadas en distintas ediciones del Informe. Por este motivo, la Oficina encargada del Informe sobre el Desarrollo Humano recomienda decididamente abstenerse de realizar análisis de tendencias basándose en datos procedentes de distintas ediciones del Informe. Tampoco se pueden comparar los valores y posiciones en distintas ediciones del IDH”.
De no ser así, lo que podría afirmarse es que México ha retrocedido 15 lugares en la escala mundial en dos décadas; pues en la medición de 1990 aparecía en el sitio 38 y, en la de 2009, en el 53. Y si se analiza con cuidado la serie de Informes sobre el Desarrollo Humano, debido a la incorporación de variables, habría no sólo retrocesos en la posición relativa del país, sino en el valor del índice, pues en 1995 el registrado era de .842, mientras que, en el año 2000, el indicador resultó de .793, mientras que en 2009 fue de .854. Esto implicaría que apenas llegamos una vez más al valor del índice de 1992, pues es la línea base de información que se usó para construir el Informe de 1995.
Es evidente que la Presidencia intentó usar a la ONU como autoridad irrebatible de su estrategia mediática y sostener que, a pesar de los 2.8 millones de desempleados que reporta el INEGI y los 19.2 millones de personas con hambre que contabilizó el Coneval en 2008, todo va bien, y que sólo es cuestión de esperar 30 años más para que, ahí sí, ceteris paribus, logremos abatir la pobreza extrema en México.
Lo éticamente inadmisible de este uso político de la información es que se desvirtúe un instrumento que permite valorar ciertos avances en la generación del bienestar y que, con base en ello, pretenda engañarse al país, apelando al uso efectista del anuncio presidencial en todos los medios de comunicación.

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