El desastre generado por el paso de los meteoros Manuel e Ingrid,
revela las consecuencias del modelo de desarrollo que hemos asumido, el
cual se caracteriza por la constante depredación al medio ambiente; por
una tolerancia generalizada ante la desigualdad, así como por una
cultura de incumplimiento del orden jurídico vigente.
Uno de los temas más preocupantes que estamos enfrentando en esta
materia, es el relativo al brote de cólera que se ha registrado en el
estado de Hidalgo, pero que amenaza con expandirse hacia los estados
vecinos y todavía peor, a las zonas en las que el desastre social se
vive con tintes más dramáticos, como en el caso del estado de Guerrero.
Los diagnósticos de los expertos alertan en torno a la escasa
preparación que existe a nivel estatal, y todavía menos en los
municipios, ante la posibilidad de que se incremente el número de
contagios, sobre todo ante la evidencia de las desigualdades que existen
en lo que a capacidad de prevención e intervención se refiere,
manifestándose con mayor agudeza en las localidades más pequeñas y por
supuesto, en las más aisladas.
De acuerdo con el Boletín Epidemiología, elaborado por la Dirección
General de Epidemiología de la Secretaría de Salud, a la semana 39 de
este 2013, se habían confirmado 46 casos de cólera; lo preocupante del
dato se encuentra en el hecho de que en 2012 sólo se habían registrado
únicamente dos casos en todo el año; mientras que en este 2013, sólo en
la semana que se notifica, se presentaron 36 casos.
Es importante decir que el fin de semana, de acuerdo con información
de Notimex, en el estado de Hidalgo se habían confirmado 145 casos; es
decir, en una sola semana, el número de personas infectadas por cólera
habría crecido en más de 100%, además de que se registró el primer
deceso en el año por esta enfermedad.
Esta evidencia debería obligar a la autoridad a tomar medidas
dirigidas, en primer término, al establecimiento de una estrategia de
contención para evitar que los virus y bacterias se propaguen hacia
zonas de mayor vulnerabilidad, y en segundo término, a diseñar una
intensa campaña informativa sobre cómo prevenir la diseminación de las
enfermedades.
Adicionalmente, debe considerarse que sólo en la medida en que la
población cuente con información sobre la magnitud de los riesgos que se
enfrentan, podrá generar acciones inmediatas de prevención de las
enfermedades que se propagan a través de vectores, o de cuerpos de agua y
ríos.
Hasta ahora, los casos confirmados se encuentran también en Veracruz y
el Estado de México; pero nada garantiza que la enfermedad ya se haya
propagado hacia otras regiones. En esa lógica es pertinente señalar que
los expertos advierten que una de cada 20 personas que se contagian de
cólera, desarrollan cuadros graves y hasta mortales.
Hasta ahora se ha informado que no hay brotes epidémicos en las zonas afectadas por Manuel e Ingrid.
Frente a ello, la federación tiene hoy más que nunca el reto de
garantizar que las cosas no se saldrán de control, y que sobre todo,
habrá la conducción institucional necesaria para garantizar que la
población se encuentra segura ante las amenazas de las enfermedades,
asociadas siempre a la pobreza, que vienen como secuela de tragedias
como las que estamos enfrentando.
*Director del CEIDAS, A.C.
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