"La planeación del desarrollo debe tener como principales ejes de construcción a la demografía y el territorio; y en sus tendencias tanto en el corto como en el mediano plazo."
Diseñar políticas públicas eficaces depende de tener diagnósticos adecuados sobre la dimensión poblacional que existe, tanto a nivel nacional como en cada una de las entidades de la República. Frente a ello debe destacarse que en fechas recientes ya tuvimos una dificultad mayor debido a los errores en las proyecciones de población del CONAPO.
En efecto al haber subestimado la magnitud de la migración internacional las proyecciones que se construyeron a partir del conteo de población y vivienda del año 2005 indicaban que en el 2010 seríamos aproximadamente 108 millones de mexicanas y mexicanos. Al contrario de esta cifra, el censo de población y vivienda diseñado y levantado por el INEGI arrojó como resultado una dimensión poblacional de 112 millones de habitantes en el país.
Hoy se discute nuevamente si con base en los resultados del censo del 2010 se han llevado a cabo proyecciones y estimaciones adecuadas para calcular cuántas personas habitamos en el país y en ese sentido, cuáles son las demandas las necesidades y las capacidades de respuesta tanto presupuestal como institucional de los gobiernos en todos sus órdenes y sus niveles.
En este mes de julio el Consejo Nacional de evaluación de la política social (CONEVAL) presentará los resultados de la nueva medición multidimensional de la pobreza con base en los resultados de la encuesta nacional
e ingreso y gasto en los hogares (ENIGH), en los cuales de acuerdo con
los expertos se mostrará muy probablemente un incremento en el número
absoluto de personas que viven en condiciones de pobreza.
De confirmarse lo anterior será necesario, además de urgente, que haya una respuesta inmediata del gobierno Federal, y en particular de las entidades en las cuales la problemática de la pobreza se manifieste con mayor agudeza, con el propósito de potenciar y de fortalecer las estrategias que se han puesto en marcha para combatir el hambre, la pobreza y fundamentalmente la desigualdad.
De
acuerdo con las estimaciones existentes, en México habría
aproximadamente al cierre del primer semestre de este año, prácticamente
118 millones de habitantes en el país; de este modo, y de mantenerse
constante la proporción de personas en condiciones pobreza
multidimensional, el resultado sería una suma aproximada de 54. 5
millones en esa condición; mientras que los pobres extremos llegarían a
un total aproximado de 12.27 millones de personas con ingresos por
debajo de la línea del bienestar mínimo y padeciendo al menos tres
carencias sociales.
Estos
datos, sin duda alguna sólo preliminares, permiten pensar en la idea de
Rolando Cordera respecto a que la demografía puede ser y de hecho lo es
siempre subversiva; esto es así porque la dinámica de la población y
las relaciones sociales que se construyen siempre están cambiando y
modificándose yendo muy por delante del ritmo y capacidad de
transformación y adaptación de las acciones y políticas gubernamentales.
En
este inmenso océano demográfico en el que vivimos debe considerarse el
conjunto de transformaciones en las estructuras de los hogares, en las
tendencias y hábitos reproductivos de la población, en las prácticas y
dinámicas del ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, en
particular de las y los jóvenes; así como las tendencias de mortalidad y
morbilidad asociadas a hábitos y a la carencia de prácticas deseables
de la mayoría de los habitantes.
De
qué nos enfermamos, de qué morimos, que tanta movilidad territorial hay
entre las entidades de la República, y de México hacia el exterior,
cuáles son nuestras características laborales; cuáles son las tendencias
de nupcialidad; son todos fenómenos de alta complejidad exigen de su
comprensión de manera integral, porque de otro modo será imposible
diseñar las políticas y los programas adecuados para dar cumplimiento a
lo que establece nuestra constitución y sus leyes.
Es
un hecho que la construcción de un México social será imposible, si no
se tiene una lectura de nuestra democracia, en clave de derechos humanos
y ciudadanía lo cual como ya se ha visto exige una interpretación
comprensiva de nuestra población y de su expresión territorial.•
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