Mario Luis Fuentes
Lunes 14 de julio de 2008
La semana pasada fue presentado el Observatorio Ciudadano de la Salud y será dirigido por la doctora Felicia Knaul y fondeado por el Instituto Carso de la Salud y Funsalud.
En la presentación del Observatorio, el doctor Julio Frenk hizo énfasis en distintos puntos de esencial importancia para nuestro sistema institucional y de ellos pueden derivarse dos temas sustantivos: el primero, el reconocimiento de que la salud pública no es responsabilidad exclusiva de los gobiernos, por lo que la participación activa de la ciudadanía, en su discusión, análisis y generación de propuestas, es esencial. Este punto lleva al reconocimiento de que, en una democracia, las y los ciudadanos no sólo tenemos mucho qué decir, sino además, una responsabilidad ineludible en la protección y exigencia de los derechos de todos.
El otro punto para destacarlo es generar miradas alternativas en torno a los temas de interés público, a fin de que, en la pluralidad de visiones, puedan construirse propuestas viables de solución a los principales problemas que enfrentamos como sociedad, en este caso, los relativos a la salud de las y los mexicanos y las nuevas amenazas y los riesgos que enfrentamos, como la epidemia de VIH-sida.
Debe destacarse que uno de los mensajes más interesantes en esta presentación es el reconocimiento de que “el poder de las ideas puede influir en las ideas del poder”. Esta tesis es importante, no sólo por su consistencia, sino por llevarnos a la posibilidad de replantear las lógicas de construcción de legitimidad democrática en las sociedades contemporáneas.
En efecto, se trata hoy de que los estados regidos por sistemas democráticos, tengan la capacidad de fortalecer las estructuras y vías de diálogo para lograr que no sólo haya una adecuada protección de las minorías parlamentarias, dentro de las instituciones políticas, sino puedan crearse nuevos mecanismos de interlocución con grupos de ciudadanos que, desde la ciencia, la filosofía, las disciplinas sociales o la atención directa a grupos de población, se dedican al estudio, diagnóstico y generación de propuestas para enfrentar los problemas de todos.
En esa lógica, es de destacarse que en nuestro país existen ya varios Observatorios: el Observatorio Ciudadano de Políticas de Niñez, Adolescencia y Familias; el Ciudadano de la Educación; el Ciudadano de la Vivienda; la Red por los Derechos de los Niños y, hace poco, se creó el Ciudadano en temas de discapacidad.
Estos esfuerzos han sido vistos en ocasiones como “amenazas” a las instituciones públicas. Sin embargo, debe insistirse que, en sociedades abiertas, una mayor participación ciudadana permite la consolidación de los valores democráticos y, por lo tanto, de los sistemas de gobierno en democracia.
Sin duda alguna, uno de los temas de mayor relevancia en el mundo occidental de hoy es cómo lograr la generación de mecanismos de control del gobierno. En ese sentido, los primeros mecanismos fueron dirigidos al control de la corrupción y al fortalecimiento de los sistemas de rendición de cuentas sobre el presupuesto y el ejercicio de los recursos públicos.
Hoy de lo que se trata es de ampliar estos mecanismos y transitar hacia unos de control, no sólo del dinero de todos, sino de la manera en que se diseñan las políticas y los programas públicos, los cuales, debe reconocerse, pueden generar efectos no deseados o no tomados en cuenta, como ha ocurrido en nuestro país, en donde la desigualdad está en parte arraigada y cimentada en el diseño de las instituciones.
Una de las propuestas más sólidas del Observatorio de la Salud consiste en crear nuevos sistemas de información y de construcción de datos, a fin de contar con mayores capacidades para tomar decisiones con mayor racionalidad y eficacia. Al respecto, vale la pena destacar que es una propuesta que puede extrapolarse al resto de los sectores que están vinculados a la cuestión social y en torno a la cual ya hay propuestas viables acerca de cómo avanzar sobre una reforma social gradual que nos dé la posibilidad de construir un país justo y menos desigual que el de hoy.
El surgimiento de un Observatorio de estas características es siempre una buena noticia, desde el punto de vista que se vea. Hace falta ahora que los gobiernos, en todos sus órdenes, asuman la urgencia de cambiar la lógica del diálogo social y dar paso a gobiernos que tengan la capacidad de tratar con mayor respeto las iniciativas de la sociedad civil.
A nuestra democracia le hacen falta muchos elementos para consolidarse y quizás el más importante de ellos consiste en la necesidad de que todos podamos asumir que, en efecto, la legitimidad pública está en relación directa con el reconocimiento de que ha llegado el tiempo para una nueva ciudadanía social.
mlfuentes@ceidas.org
http://www.exonline.com.mx
La semana pasada fue presentado el Observatorio Ciudadano de la Salud y será dirigido por la doctora Felicia Knaul y fondeado por el Instituto Carso de la Salud y Funsalud.
En la presentación del Observatorio, el doctor Julio Frenk hizo énfasis en distintos puntos de esencial importancia para nuestro sistema institucional y de ellos pueden derivarse dos temas sustantivos: el primero, el reconocimiento de que la salud pública no es responsabilidad exclusiva de los gobiernos, por lo que la participación activa de la ciudadanía, en su discusión, análisis y generación de propuestas, es esencial. Este punto lleva al reconocimiento de que, en una democracia, las y los ciudadanos no sólo tenemos mucho qué decir, sino además, una responsabilidad ineludible en la protección y exigencia de los derechos de todos.
El otro punto para destacarlo es generar miradas alternativas en torno a los temas de interés público, a fin de que, en la pluralidad de visiones, puedan construirse propuestas viables de solución a los principales problemas que enfrentamos como sociedad, en este caso, los relativos a la salud de las y los mexicanos y las nuevas amenazas y los riesgos que enfrentamos, como la epidemia de VIH-sida.
Debe destacarse que uno de los mensajes más interesantes en esta presentación es el reconocimiento de que “el poder de las ideas puede influir en las ideas del poder”. Esta tesis es importante, no sólo por su consistencia, sino por llevarnos a la posibilidad de replantear las lógicas de construcción de legitimidad democrática en las sociedades contemporáneas.
En efecto, se trata hoy de que los estados regidos por sistemas democráticos, tengan la capacidad de fortalecer las estructuras y vías de diálogo para lograr que no sólo haya una adecuada protección de las minorías parlamentarias, dentro de las instituciones políticas, sino puedan crearse nuevos mecanismos de interlocución con grupos de ciudadanos que, desde la ciencia, la filosofía, las disciplinas sociales o la atención directa a grupos de población, se dedican al estudio, diagnóstico y generación de propuestas para enfrentar los problemas de todos.
En esa lógica, es de destacarse que en nuestro país existen ya varios Observatorios: el Observatorio Ciudadano de Políticas de Niñez, Adolescencia y Familias; el Ciudadano de la Educación; el Ciudadano de la Vivienda; la Red por los Derechos de los Niños y, hace poco, se creó el Ciudadano en temas de discapacidad.
Estos esfuerzos han sido vistos en ocasiones como “amenazas” a las instituciones públicas. Sin embargo, debe insistirse que, en sociedades abiertas, una mayor participación ciudadana permite la consolidación de los valores democráticos y, por lo tanto, de los sistemas de gobierno en democracia.
Sin duda alguna, uno de los temas de mayor relevancia en el mundo occidental de hoy es cómo lograr la generación de mecanismos de control del gobierno. En ese sentido, los primeros mecanismos fueron dirigidos al control de la corrupción y al fortalecimiento de los sistemas de rendición de cuentas sobre el presupuesto y el ejercicio de los recursos públicos.
Hoy de lo que se trata es de ampliar estos mecanismos y transitar hacia unos de control, no sólo del dinero de todos, sino de la manera en que se diseñan las políticas y los programas públicos, los cuales, debe reconocerse, pueden generar efectos no deseados o no tomados en cuenta, como ha ocurrido en nuestro país, en donde la desigualdad está en parte arraigada y cimentada en el diseño de las instituciones.
Una de las propuestas más sólidas del Observatorio de la Salud consiste en crear nuevos sistemas de información y de construcción de datos, a fin de contar con mayores capacidades para tomar decisiones con mayor racionalidad y eficacia. Al respecto, vale la pena destacar que es una propuesta que puede extrapolarse al resto de los sectores que están vinculados a la cuestión social y en torno a la cual ya hay propuestas viables acerca de cómo avanzar sobre una reforma social gradual que nos dé la posibilidad de construir un país justo y menos desigual que el de hoy.
El surgimiento de un Observatorio de estas características es siempre una buena noticia, desde el punto de vista que se vea. Hace falta ahora que los gobiernos, en todos sus órdenes, asuman la urgencia de cambiar la lógica del diálogo social y dar paso a gobiernos que tengan la capacidad de tratar con mayor respeto las iniciativas de la sociedad civil.
A nuestra democracia le hacen falta muchos elementos para consolidarse y quizás el más importante de ellos consiste en la necesidad de que todos podamos asumir que, en efecto, la legitimidad pública está en relación directa con el reconocimiento de que ha llegado el tiempo para una nueva ciudadanía social.
mlfuentes@ceidas.org
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