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lunes, 22 de julio de 2013

Atrapados en la desigualdad



Mario Luis Fuentes
 Excelsior 22/07/2013 
Puede haber crecimiento económico, y aun reducción de la pobreza, pero la desigualdad podría mantenerse intocada... En el fondo la pobreza y la exclusión social tienen como una de sus prin-cipales causas las estructuras de desigualdad que se han mantenido, e incluso fortalecido, a lo largo de las últimas cuatro décadas
La Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en los Hogares (ENIGH, 2012) nos revela tres aspectos fundamentales para la cuestión social. En primer lugar, da cuenta de la compleja demografía que hoy nos caracteriza, pues según los resultados somos un país con 90 millones de personas viviendo en localidades de más de dos mil 500 habitantes; dato que sintetiza la magnitud de los retos que debe enfrentar un país, fundamentalmente urbano.
El segundo tema mayor, implícito en los resultados de la ENIGH, es el relativo al número de pobres que hay en el país; pues, asumiendo que el porcentaje de personas en pobreza se mantuvo constante entre los años 2010 y 2012, en las áreas urbanas el número absoluto habría crecido de 35 millones de personas a un aproximado de 36.5 millones; esto es, un millón y medio más que van a requerir apoyos y servicios otorgados a través de los programas de desarrollo social.
La tercera cuestión, que a mi parecer es quizá la de mayor profundidad, es la relativa a la desigualdad que persiste en todo el territorio nacional y entre los distintos grupos de población.
A fin de dimensionar de lo que se está hablando, es importante destacar que el ingreso per cápita trimestral del decil más bajo es de mil 542 pesos; mientras que en el decil de más altos ingresos, las percepciones por persona ascienden a 41 mil 141 pesos; es decir, 26.6 veces más a favor de quienes más ganan. Si se comparan estos datos con los resultados de la ENIGH 2010, lo que se encuentra es que la desigualdad se profundizó aún más, pues la diferencia entre el decil más alto y el más bajo fue 25.3 veces mayor, a favor de los primeros.
En una semana, el Coneval dará a conocer los resultados de la medición multidimensional de la pobreza, en la cual el indicador relativo al grado de cohesión social nos permitirá tener mucho mayor claridad sobre las desigualdades que nos siguen caracterizando, en detrimento de los grupos más vulnerables, tales como las niñas, niños y adolescentes, y en general, las y los habitantes de los pueblos y comunidades indígenas.
Lo que debe comprenderse es que puede haber crecimiento económico, y aun reducción de la pobreza, pero la desigualdad podría mantenerse intocada; esto significa, sin duda, que en el fondo la pobreza y la exclusión social tienen como una de sus principales causas a las estructuras de desigualdad que se han mantenido, e incluso fortalecido, a lo largo de las últimas cuatro décadas.
Desde esta perspectiva, si algo debe quebrarse en este país es precisamente el círculo que reproduce las iniquidades, las cuales no son otra cosa sino el reflejo de la injusticia social; desde esta perspectiva, lo urgente es un nuevo pacto político que nos pueda colocar, de una vez por todas, como un país capaz de ser generoso, incluyente de todos.
Lo que muchos hemos propuesto para enfrentar lo anterior es construir un pacto político de largo aliento, que permita generar un modelo de desarrollo que propicie crecer, no sólo con equidad, sino para promover la equidad; y esto no se va a lograr si no es con base en un nuevo arreglo institucional y jurídico que ponga al centro de todas las decisiones públicas la cimentación y consolidación de un poderoso Estado de bienestar.
                *Director del CEIDAS, A. C.

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