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lunes, 30 de septiembre de 2013

Un nuevo escenario



Un nuevo escenario El Banco de México se ha mostrado “sorprendido” por la dimensión de la parálisis económica la cual, de continuar las cosas, podría tornarse rápidamente en un periodo de recesión. En los últimos 15 días la realidad nacional, en el sentido de los parámetros y criterios de la planeación y definición de prioridades, se ha transformado aceleradamente. Las profundas afectaciones en 25 entidades de la República, provocadas por lo que Conagua califica el mes más lluvioso de la historia, han obligado al gobierno federal a replantear metas y expectativas fundamentales. Por un lado, la pérdida de miles de hectáreas de producción en estados como Guanajuato, Jalisco y Sinaloa, podrían provocar una nueva tendencia inflacionaria en los precios de los alimentos, con los consecuentes efectos que esto tendría en las condiciones de pobreza y pobreza extrema en todo el país. Asimismo, el Banco de México se ha mostrado “sorprendido” por la dimensión de la parálisis económica la cual, de continuar las cosas, podría tornarse rápidamente en un periodo de recesión que, en un contexto de incertidumbre, no podemos saber que tan prolongado podría ser. Debe reconocerse que la reacción del Presidente de la República ha sido oportuna. Ha estado presente en los escenarios del desastre, lo cual es un signo positivo en torno a la decisión que se ha tomado de acompañar y conducir, desde la federación, al proceso de reconstrucción de las zonas mayormente afectadas. Lamentablemente, los pronósticos meteorológicos alertan sobre la llegada de los huracanes más intensos; en efecto, de acuerdo con la proyección original, faltarían aún al menos 12 fenómenos de magnitud relevante, los cuales podrían afectar a otras regiones del territorio nacional. Lo que estamos viendo en general, es que la agenda presidencial tendrá que modificarse radicalmente; por la magnitud de lo que ya ocurrió, pero también de lo que podría venir en las próximas semanas, va a requerir de toda la atención de la Presidencia, y de todo el gabinete. Ante todo esto, uno de los retos que enfrentará el gobierno se encuentra en dimensionar adecuadamente los daños y comprender que las pérdidas no pueden medirse sólo en términos monetarios y de infraestructura, sino sobre todo, en lo que a la cohesión social se refiere. Nuestra historia reciente nos ha enseñado que, una vez pasada la emergencia, los procesos de reconstrucción y restablecimiento de la vida cotidiana son largos, pesados y que generan enormes frustraciones, enojo, malestar, que pueden dar pie a la aceleración de procesos de desintegración y fractura comunitaria. Desde esta perspectiva, otro de los retos del gobierno se encuentra en cómo aprovechar la inmensa energía social que se ha movilizado ante la tragedia; y en ese sentido, cómo repensar la política social para darle un carácter efectivamente regional, que impulse desde las zonas de mayor afectación nuevas dinámicas de recuperación de los territorios sociales. Sin duda vendrán inmensas cantidades de recursos para reconstruir viviendas, carreteras, puentes, etc, lo cual debería servir para impulsar una nueva lógica de ordenación urbana y territorial; una nueva forma de decidir y orientar las inversiones en los municipios; pero también para reconstruir mercados locales a fin de hacerlos más justos e incluyentes. Hoy la Presidencia de la República enfrenta el reto de replantear sus prioridades, tiempos y esquemas de intervención y coordinación para evitar que el desastre, se convierta en una emergencia social de mayores proporciones; pero lograrlo implicará reconocer y asumir, en todo lo que implica, que definitivamente hoy, estamos ante un inédito e inesperado escenario. *Director del CEIDAS A.C

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