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lunes, 30 de junio de 2014

El drama de la niñez migrante

Excélsior, 30/06/2014

“Una crisis humanitaria”: en esta magnitud dimensiona el Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, lo que está ocurriendo con las niñas y niños detenidos en la frontera con nuestro país, y quienes han viajado solos en busca —en la mayoría de los casos— de sus familias.

Se trata de miles de niñas y niños no acompañados que literalmente viven en condiciones de detención similares a quien está privado de su libertad por la comisión de un delito y, peor aún, viviendo la incertidumbre de no saber si lograrán reunirse o no con sus familiares.

Es difícil imaginar el nivel de miedo y angustia que viven las niñas y niños que viajan solos a lo largo del trayecto desde Centroamérica hasta la frontera norte de México, y más difícil saber qué es lo que sienten y temen cuando, después de tantas vicisitudes, son detenidos por las autoridades migratorias y encerrados en lo que literalmente funciona como prisiones.

El tema de la niñez migrante ha sido una de las agendas de los derechos humanos más descuidadas desde al menos hace 20 años, cuando se consolidó lo que se ha denominado como “la nueva era de la migración” entre nuestro país y el vecino del norte.

De acuerdo con la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), entre 2011 y 2013, el número anual de niñas y niños que viajan desde Centroamérica y México hacia los Estados Unidos de América se ha duplicado y se espera que en 2014 se llegue al récord de 60 mil niñas y niños no acompañados cruzando la frontera.

Según el ACNUR, del total mencionado, en 2011 México “contribuyó” con 13 mil niñas y niños, mientras que para 2013, la cifra alcanzó más de 18 mil. Es decir, uno de cada cuatro niñas y niños que cruzan solos la frontera norte provienen de nuestro país. Cabe destacar que del total de niñas y niños mexicanos que han sido detenidos en la frontera, 30% declara que su intención de ir hacia Estados Unidos era escapar de un posible reclutamiento por parte de las bandas del narcotráfico.

A pesar de la urgencia que se tiene para garantizar los derechos de las niñas y niños que ya están en la frontera, no deben perderse de vista dos cuestiones estructurales: la primera es que el fenómeno migratorio es de alcances regionales y que sólo podrá tener salidas viables en la medida en que se actúe a ese nivel.

La segunda es que mientras no se reduzcan las condiciones de desigualdad, pobreza y violencia que privan de manera generalizada en nuestra región, será prácticamente imposible reducir la magnitud e intensidad de los flujos migratorios del sur hacia el norte.

Desde esta perspectiva, si algo evidencia este fenómeno dramático es la urgencia de construir un sistema integral de protección a la niñez, que ponga la atención en la garantía de derechos específicos, pero sobre todo en la generación de un sistema de bienestar social universalmente accesible a todas las niñas y los niños.  
Lo anterior, empero, pasa por un pacto político mayor que permita consolidar un modelo de desarrollo basado en la noción más amplia de protección y garantía de los derechos humanos; y ésa es la disputa que todavía tenemos que resolver.

*Investigador del PUED-UNAM
Twitter: @ML_fuentes

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