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viernes, 25 de abril de 2014

Canal 11 y la televisión pública

Excélsior, 10/03/2014

Canal 11 y la televisión pública “La televisión es una mala maestra”, sentenciaba Karl Popper en uno de sus textos breves. Agregaba el filósofo: “Estoy seguro de que si la televisión fuese una persona, la mayoría de nosotros preferiríamos que se mantuviera lejos de nuestros hijos”. Al pensar en esto, Popper se refería a la televisión privada y su tendencia a frivolizar todo. Y por supuesto que no es el único que ha hecho una severa crítica a los mass media; Umberto Eco, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Julia Kristeva, Noam Chomsky, Octavio Paz y prácticamente todas y todos quienes han hecho crítica cultural, han destacado lo insulso de la mayoría de los contenidos de la televisión privada.

Frente a ello, todavía son contados los países que han logrado consolidar sistemas públicos de información basados fundamentalmente en la radio y la televisión, y en los cuales se ha logrado generar poderosas ofertas educativas. En el nuestro, a pesar de esfuerzos relevantes, hemos carecido históricamente de un sistema integral de medios públicos; en la radio contamos con el IMER; la Cineteca Nacional es ejemplo de proyección de cine de calidad; y en televisión contamos con el Canal 22 —el cual lamentablemente sólo se ve en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México—; y el Canal Once, el cual sigue siendo la televisora pública de mayor cobertura en el país.

El pasado 3 de marzo el Canal Once cumplió 55 años de vida, y sin duda alguna es una fecha que debe celebrarse, pero también estos aniversarios deben servir para que el país reflexione en torno a todo lo que nos falta por hacer en materia de una oferta pública que cumpla con el mandato constitucional de garantizar el derecho a la información. En efecto, se ha asumido que el artículo 6º se refiere a los datos que están en manos de las instituciones públicas; sin embargo, una interpretación amplia de su redacción debería considerar que el alcance del mismo incluye la emisión de informaciones útiles para la toma de decisiones ciudadanas; para el entretenimiento de calidad; y también para acercar a la población servicios culturales de alto nivel.

Todo esto lo hace el Canal Once; transmite series de alto contenido crítico y educativo; es el canal pionero en México en la producción de lo que hoy se conoce como “barra de opinión”; sus noticiarios han tenido un marcado sentido crítico de la realidad; ha estado a la vanguardia en la amplitud de criterios para evitar la censura de contenidos considerados como “peligrosos” por las llamadas “buenas conciencias”, y una larga lista de lo que hoy podríamos llamar “buenas prácticas”.

El reto que se tiene hoy, más aun cuando está a debate la licitación de dos nuevas televisoras, que podrían romper el duopolio televisivo que se ha consolidado en los últimos años, consiste en lograr la consolidación de un esquema de televisión pública que tenga la capacidad de fungir como un contrapeso real al gigantesco aparato privado. Por lo pronto es de celebrar que el Canal Once siga estando en el marco de las prioridades públicas, y que siga siendo una excepción a la idea de Popper; por lo que podríamos decir que, de ser una persona, estaríamos gustosos de tenerlo como invitado en nuestra sala, todos los días.

*Director del CEIDAS, A. C.
Twitter: @ML_fuentes

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