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viernes, 25 de abril de 2014

Incertidumbre: empleos y salarios

Excélsior, 14/04/2014 

Incertidumbre: empleos y salarios El problema estructural de nuestra economía se encuentra en su incapacidad para generar empleos; frente a esta situación, hay dos visiones contrapuestas: una, alineada con la economía liberal ortodoxa, desde la que se asume que la falla se encuentra en el desempeño de ciertas instituciones o en el comportamiento errático de algunas variables. Por el contrario, desde la economía política, la crítica se centra en el modelo de desarrollo asumido, el cual está diseñado para que la desigualdad se mantenga a lo largo del tiempo y para que haya unos cuantos ganadores en el “juego económico”.

Desde la primera perspectiva, la solución se encuentra en impulsar un conjunto de reformas capaces de alinear los incentivos para dinamizar el ciclo económico y, con base en ello, concretar una economía de plena libertad de mercado, en la que, fundamentalmente, las leyes de la oferta y la demanda, y sus corolarios, se consoliden como las grandes reguladoras de la vida social. Desde la economía política, lo que se plantea es que hay un conjunto de arreglos del poder político que se han vinculado históricamente a los grupos de mayor poder económico, y que son precisamente los pactos y acuerdos que se diseñan desde el poder y las instituciones del Estado, los que determinan la posibilidad de distribuir equitativamente o no la riqueza.

Quienes pensamos en el marco de la segunda posición hemos hecho un reiterado señalamiento en el doble problema estructural de la economía: prácticamente nulo crecimiento en las últimas tres décadas y deterioro del empleo, es decir, salarios cada vez más bajos y prestaciones precarias. En este escenario, la justicia social es imposible, porque no hay política social que alcance sin un mercado interno robusto y capaz de permitir el acceso de las mayorías a bienes y servicios suficientes para garantizar el amplio catálogo de derechos humanos, hoy reconocidos por nuestra Carta Magna.

Los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social parecen darnos la razón: el salario de las mayorías se ha deteriorado aceleradamente y continúa a la baja en términos de su poder adquisitivo, en el primer trimestre del 2008, con precios deflactados al Índice de Precios de la Canasta Alimentaria, los salarios laborales per cápita ascendían a dos mil 32 pesos mensuales; para el cuarto trimestre del 2013, ese indicador se situó en mil 570.80, es decir, casi 25% menos que hace cinco años. Los pronósticos de crecimiento económico para este 2014 se ubican en alrededor de 3% del PIB y, en los mejores escenarios, para el 2015 se espera un crecimiento de 4.5%; esto implica, en términos aproximados, la posibilidad de generar una suma de alrededor de 1.5 millones de empleos en los dos años, cuando esa es la suma anual requerida para superar el déficit de empleos que arrastramos desde hace más de 20 años.

La violencia, corrupción y desorden institucional que caracterizan a nuestro entorno obligan a pensar en un contexto de incertidumbre permanente, y es en esa tesitura en la que debe operarse el sistema de toma de decisiones institucionales en todos los órdenes y niveles, porque lo que urge es avanzar hacia la consolidación de un Estado capaz de cumplir con el mandato constitucional de garantizar plenamente los derechos humanos, y sin crecimiento económico ni empleos dignos, esto simplemente es imposible de lograrse.

*Director del CEIDAS, A.C
Twitter: @ML_fuentes

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